Por Adam Taylor. Business Insider. 13.4.2012.
El presidente de Islandia está sentado en su estudio bebiendo té de un juego de porcelana china inmaculado.
“Si un colapso en el sector financiero puede llevar a una de las democracias y estructuras políticas más seguras y estables al borde del desastre, como ha pasado en Islandia”, me dice Ólafur Ragnar Grímsson, “entonces, ¿qué podría hacer en países con una historia política y democrática menos estable?”
El pequeño país es único, no sólo por su asombrosa geografía, sino también por su abierta democracia. Esta democracia fue fundamental en la decisión de dejar caer tres gigantescos bancos durante la crisis financiera.
Para Ólafur, la crisis de 2008 fue personal. El que fuera en su día la niña bonita de la izquierda, trabajó como ministro de economía durante varios años antes de convertirse en el presidente del país en 1996, un papel en parte ceremonial que ha ocupado desde entonces. Como muchos en el país, fue un entusiasta del sector financiero de Islandia, privatizado a principios del siglo XXI, y el inesperado colapso fue un triste recordatorio de que Islandia es un pequeño y aislado lugar.
Ahora, desde luego, muchos titulares que vemos sobre Islandia parecen positivos. Islandia está pagando sus deudas con el FMI, el desempleo está en niveles bajos y su crecimiento está por encima de la media. Las calles de Reikiavik parecen tranquilas y felices.
Otros países no han tenido tanta suerte. La crisis se mantiene en las primeras páginas de los periódicos de Grecia, Italia y España, países que siguieron una respuesta muy diferente a la dada por Islandia.
Ólafur argumenta que la fortaleza de su país vino de reconocer que el problema no era solamente “un reto económico y financiero”, sino un reto “profundamente social, político e incluso judicial”.
Después de la crisis, el país llevó a cabo una completa investigación judicial y fue contra “las ortodoxias económicas predominantes del modelo americano, europeo y del FMI”. Ólafur dice que le gusta pensar que el FMI aprendió más de Islandia esta vez que viceversa.
Un ejemplo clave de este enfoque es el rechazo de Islandia a inyectar dinero en los bancos caídos. La decisión fue controvertida en ese momento, pero ahora parece enormemente inteligente. “Nunca he entendido el argumento de porqué un banco privado o un fondo financiero es de alguna manera mejor para el bienestar y el futuro de la economía, que el sector industrial, el sector informático, el sector creativo, o el sector de la fabricación”.
Hay, naturalmente, otro aspecto. Una situación difícil surgió cuando el Reino Unido y Holanda exigieron dinero para las cuentas agotadas de sus conciudadanos en Icesave (filial de Landsbank), e Islandia se negó. El incidente provocó una importante refriega diplomática, con una Islandia que se negaba a pagar y una Gran Bretaña dispuesta incluso a hacer servir la “legislación anti-terrorista” contra el Estado islandés.
Para Ólafur, se trata también de un aspecto personal. Él era el jefe del Estado, aunque no controlara el Gobierno –en efecto su posición era más la de una reina inglesa elegida que la de Barak Obama–. Pero constitucionalmente tenía el derecho de veto en la legislación gubernamental, –si bien este derecho no había sido utilizado nunca antes.
Ólafur decidió bloquear la legislación del Gobierno sobre el pago a Gran Bretaña. Dos veces. La legislación fue sometida a referéndum nacional las dos veces, y en ambas ocasiones falló.
“Fue desde luego muy duro”, dice Ólafur. “Cada institución financiera, tanto en Europa como en mi propio país, estaba contra mí, y hubo fuerzas poderosas, tanto en un lado como en otro, que pensaron que mi decisión era una absoluta locura”.
La decisión fue enormemente controvertida y ha dejado un poso dolorido en las relaciones. Para él, fue una cuestión de historia. “¿Cuál es la herencia primaria de los países y naciones de la era moderna?”. Dice, “Europa es y debería tratarse más de democracia que de mercados financieros. Enfrentado a esta decisión, al final estaba claro que tenía que decantarme por la democracia”.
También culpa a los británicos por su papel, especialmente a Gordon Brown, de quien cree que Islandia merece una disculpa. Ólafur compara la situación con la guerra de las Malvinas, añadiendo que fue una “gran ofensa” que “uno de los países más amantes de la paz en el mundo, un miembro fundador de la OTAN, un aliado fuerte de Gran Bretaña durante la II Guerra mundial, fuera incluida en la lista oficial de organizaciones terroristas junto con Al-Qaeda y los talibanes”.
Islandia no tenía esencialmente otra opción, dice Ólafur.
“Si usted toma el tamaño relativo de la economía islandesa y británica”, explica, “y transfiere a la economía británica la suma que el gobierno de ese país estaba exigiendo a los contribuyentes islandeses como responsables debido a la quiebra de este banco privado, hubiera sido igual que exigirles a los contribuyentes británicos como responsables de los 800 billones de libras esterlinas por la quiebra de un banco británico en España, Italia y Grecia”.
Según la opinión de Ólafur, las deudas de Icesave van a ser liquidadas pronto usando el dinero estatal del Landsbanki. Cree que si Gran Bretaña y Holanda hubieran esperado un poco más no hubiera habido conflicto.
Después de 2008, las relaciones de Islandia con Europa se han tensado. Fue durante una cena con diplomáticos extranjeros ese mismo año que Ólafur dijo: “El Atlántico norte es importante para Escandinavia, los EEUU y Gran Bretaña. Es un hecho que esos países parecen ahora ignorar. En este caso, quizás Islandia debería buscarse nuevos amigos”.
No puedo evitar ver que una de las habitaciones de recepción en la residencia presidencial contiene fotos de Ólafur con Vladimir Putin y Hu Jintao –y ninguna foto, al menos para mis ojos, de un líder europeo–.
Ólafur rechaza hacer un comentario y continúa diciendo que su problema no es Europa, sino el sistema bancario europeo y americano. Dice que la lección islandesa es que “si quieres que tu economía despunte en el siglo XXI (…) un sector bancario grande, incluso un sector bancario exitoso, es una mala noticia”.
“Se puede incluso argumentar que cuánto mayor es el sector bancario, peores son las noticias para tu economía”, añade, culpando después del enorme crecimiento del sector bancario islandés a la predominante filosofía bancaria de Europa y a las incompetentes agencias de calificación.
Por el contrario, el país está deseando utilizar no sólo su capital creativo e intelectual, ahora liberado de la industria financiera, sino también su situación geográfica única.
“El Ártico se ha convertido en una de las regiones más cruciales para el futuro del mundo, tanto en términos económicos y comerciales como climáticos y de salud”, dice, añadiendo que siente que Islandia, miembro del Consejo Ártico, tiene una ventaja de 10 años en una cuestión que ahora atrae los intereses de la EU, China y Corea del sur, países que no tienen concesiones geográficas en esta área.
Ólafur se ve claramente como parte de este futuro. En un principio le dijo al país que no se presentaría a las elecciones de nuevo –ha ocupado su puesto durante 16 años y siente que podría trabajar mejor sin el estrés del día a día–.
Sin embargo, después de una petición online que ha estado circulando hasta alcanzar las 30.000 firmas durante el mes pasado, Ólafur ha decidido presentarse por quinta vez. Las elecciones serán en junio.
Mientras otros candidatos se han presentado, ese 15% de la población que ya ha firmado podría darle la razón a Ólafur para creer que ganará. Él dice que fue “el deseo popular” de Islandia lo que hizo que cambiara de idea. “Si una gran parte de la nación quiere que continúe, me doblegaré a ese deseo”, dice.
“Pero si resulta que ese no es el caso, también estará bien para mí”.
Traducción de Iniciativa Debate por Lamareenoire
No hay comentarios:
Publicar un comentario