THE BATTLE OF MORDOR DE NINTENDO, EDICIÓN ESPECIAL 15 M
Reunir amigos a través de las redes sociales, desenmascarar a los infiltrados en una manifestación, resistir los embates de los antidisturbios y grabar en vídeo las acciones ilegales cometidas por estos durante la carga o descubrir sus ocultos números de placa son algunas de las aventuras que permite recrear este revolucionario juego de Nintendo, al estilo de otras versiones aparecidas anteriormente en Grecia, y que han obtenido ya un éxito más que destacable.
El juego ha sido cuestionado por diferentes asociaciones de consumidores, debido a la violencia injustificable que exhiben la policía, los banqueros y grandes empresarios y el gobierno de esta sociedad replicante. Dichas asociaciones se han mostrado seriamente preocupadas por los daños que la práctica continuada de este juego pueda ocasionar a medio y largo plazo en la salud y la educación de los más jóvenes.
Nintendo ha emitido un comunicado en el que se defiende de dichas acusaciones arguyendo, sobre todo, aspectos del juego como la capacidad para trabajar en grupo de los participantes (no es posible enfrentarse individualmente a Mordor, ni tampoco hacerlo desde la red), la solidaridad que, necesariamente, deben desarrollar los participantes –si aspiran a obtener un cierto éxito–, así como otrascualidades igualmente remarcables, que en resumen, se desarrollarían como consecuencia de la toma de conciencia y del uso de la responsabilidad individual y colectiva.
Sucesivamente, los jugadores pueden detener y encarcelar a los banqueros y a los políticos corruptos, destruir el dinero y derogar la mayoría de las leyes. Regresar al campo, crear espacios de autogestión, construir comunidades libertarias y educar en libertad. Por último, en una pantalla final, los jugadores –al más puro estilo Délfico– llegan a ser lo que son.
Sin embargo, pueden también perderlo todo: no sólo la vivienda, la sanidad o la educación, a través de la especulación o de violentos recortes sociales (o privatizaciones), sino también la propia libertad, o incluso la vida. En este aspecto el juego es ambivalente, puesto que aunque la banca siempre gane –una de las premisas, y no la más amable, desde luego–, la victoria de Mordor es también el fin del Mundo, y por tanto, de sí mismo.
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